Existe una normalidad perversa en el área metropolitana de Monterrey, posiblemente en la mayoría de las grandes ciudades mexicanas: nuevos desarrollos inmobiliarios surgen en zonas carentes de espacio público de calidad, inclusivo o accesible, y al inaugurarse dichos desarrollos la disparidad entre privado y público es mayor y difícilmente reversible.
Diseñamos la arquitectura de paisaje de este desarrollo de usos mixtos, dominado por vivienda vertical. Debido a los niveles del proyecto arquitectónico, la planta baja del mismo, destinada a comercio, se desplantó tres metros por arriba del nivel de banqueta. Esto provocó una ligera desvinculación entre las dinámicas comerciales y aquellas de calle, de banqueta. Se buscó revertir esta condición con el diseño de plataformas de jardín en cascada y con la integración de un elemento de vida pública potente: el parabús.
La avenida sobre la que está el proyecto es de carácter semi industrial, muchos vehículos pesados transitan por ella, entre ellos el transporte público. Las personas que caminan a lo largo de las banquetas cercanas se hallan en un espacio hostil, inseguro (baja o nula iluminación) y sin escala humana.
Nuestra apuesta fue transformar esta realidad creando un refugio: una banqueta frente al proyecto que ofreciera seguridad, acogimiento, belleza y un nicho de permanencia y espera del transporte público.
Si bien el proyecto es pequeño y solo un gesto minúsculo en el universo del espacio público, creemos que es un manifiesto sobre la relación entre la inversión privada, el diseño de lo privado y su responsabilidad con lo público. Este refugio es un nicho de aromas, amortiguamiento del ruido, luz y escala humana. Hemos participado en proyectos anteriormente en los que se escucha una conversación que busca expulsar los parabuses de sus frentes porque demeritan la calidad de los desarrollos. El refugio Anida es un mensaje contrario: el parabús es vida, es dinámica urbana y otorga un sentido al frente de los desarrollos.